Leche condensada by Aida González Rossi

Leche condensada by Aida González Rossi

autor:Aida González Rossi [González Rossi, Aida]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2023-02-01T00:00:00+00:00


8

Poder Oculto[8]

A los días lloras otra vez. Lloras y te comes un bizcocho de los del Mercadona que vienen rellenos de mermelada de melocotón jedionda pero por eso mismo buena, lloras porque sabes que tus mensajes no los respondería después de la que armaste en el cumpleaños, y a Fran, en cambio, le contesta siempre al momento. Lloras porque le preguntas, siendo Fran, qué tal le ha ido la semana, y ella te responde:

Mas o menos en verdad pero no quiero hablar de eso. No tiene importancia ^^

por que??

Por nada

por que??

Por nada

por que????

Por nada. Quieres jugar a preguntarnos rollos aleatorios? ^^

bueno como en crepúsculo, bueno como edward y bella en el coche volviendo todos avergonzados a forks…

Descubres que hay cosas que no sabes de ella. Tu mejor amiga mandando iconos que no le habías visto nunca y tú metiendo los dedos (rojos; algunas letras ya teñidas) en charcos que jamás te habrías atrevido a rozar. Descubres que hay cosas que, siendo tú, no puedes saber de ella. Manchas la silla, pero es que ya estás en otra silla encaramada y arreglando las ruedas del skate y limpiándote los piercings con betadine y sintiendo cómo te crece la barba a punto de saber cuál es su parte del cuerpo suya preferida. Te duermes pensando en la contestación:

Mmmmm… Los dos lunares que tengo justo en el centro de la espalda, idénticos y casi solapados creo yo

Es ahí cuando se te empieza a ir, te parece.

Vuelves, a la mañana siguiente, al instituto. ¿Seguro que ya estás bien? Yo te llevo pero si te prefieres quedar aquí. No tienes miedo y te quitas la mano de tu madre del hombro, vístete ya, mami, que tengo que llegar tarde yo siempre. Lo único que te asusta es que se te note la compresa a través del chándal: nada más te parará. Bajas del coche con decisión. Pasas la cancela con decisión. Caminas con decisión hasta tus tres amigas, dos cogidas de manos y la otra mirándote fijamente desde que estás ahí arriba tan lejos que cómo se dio cuenta: oh, les susurras. Me vino la regla. Sientes un chorro bajando cuando dices la palabra regla, tu mejor amiga se levanta y te abraza por los hombros y te besa el nacimiento del pelo y te agarra la cara para mirarte a los ojos y la Yaiza que descubriste ayer. ¿Te sientes mal por lo que estás haciendo? Todavía no.

Gana haberte dado cuenta de que una semana sin ella es peor que una mierda espichada en un palo, la emoción en la barriga al verla girarse hacia las otras dos y soltarles yo soy aquí la primera a la que le vino el rojo y uso mi poder para exigirles que perdonemos todas ahora mismo a Aída: una chilla chos, sí, que ya me estaba jartando de hacerme aquí la ruina y echaba de menos tus burraditas burradiles burradaciones burras. La otra se encoge de hombros y bueno, pero como nos vuelvas a joder la fiesta tú.



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